Por: Luis Rolando Alarcón Llontop
Docente investigador de la Universidad Privada del Norte
Sean los llamados tradicionales -como los diarios, la radio y la televisión- o los más modernos o enteramente digitales -como las plataformas y redes sociales-, los medios en pleno siglo XXI tienen con las personas adultas mayores (PAM) asuntos que atender que tienen que ver, más o menos, de acuerdo al caso específico, con su representación, participación, acceso, uso e impacto, entre otros.
Consideradas en principio a partir de su edad, establecida en 65 o 60 años, para entrar en el club, dependiendo del organismo de referencia, las PAM han experimentado los últimos años dos fenómenos relevantes de bien: 1) un incremento de su longevidad, algo inédito en la historia humana previa y 2) ser el centro de discusión socio – política que se extiende a ámbitos como el cultural, académico y mediático, lo que los ha puesto en el centro de un agenda activa.
Gracias al avance en las ciencias de la salud para lo primero, y a un intenso activismo multisectorial para lo segundo, ambos hitos no han sido, empero, suficientes para que la condición humana de las PAM en mayoría del mundo, haya mejorado ostensiblemente, marcan los reportes globales. Esa situación aún de desatención e inequidad se enfatiza -no está demás recordarlo- en los países menos desarrollados.
Lo anterior sirve de contexto para situar a los PAM a nivel de medios de comunicación. Por que ya sabemos bien que los medios no son entidades aisladas de sistemas que más bien manejan sus partes de manera interconectada, estructuralmente. En un sistema, por ejemplo, como el latinoamericano, en que los servicios de salud y de pensiones son nefastos con los PAM, no sorprende que en los medios en general tampoco se les atienda como debería.
Se trata pues de medios que no reproduzcan el sistema. Sino que lo reconozcan en sus fallas. Lo cuestionen. Y tomen una postura… eso es lo que se necesitaría con los PAM como con otras poblaciones vulnerables, que no gozan hasta el momento, mediáticamente hablando, de suficiente e inclusiva representación ni marcada participación. ¿Hay en alguna producción de ficción televisiva o cinematográfica de hoy un rol protagónico de PAM? ¿Los tenemos como presentadores de noticiarios y demás programas de TV o radio? Se aceptan respuestas.
Los medios digitales tienen sobre los retos ya señalados, que sumar rutas de superación de una brecha propia que con las PAM es particularmente insidiosa. Al ser casi naturalmente, en mayoría, resistentes digitales, acceder y usar recursos digitales e impactarse con ella les es difícil. Eso empeora si al otro lado de red no hay quien proponga salidas lo suficientemente amistosas y creativas para incluirles.
Lo que en principio podrían suponer sólo retos al atender a las PAM han de ser vistos como oportunidades para los medios. Por dos motivos creemos al menos: 1) una de orden axiológico, relacionada con el que la comunicación se debe y debe a todos sus ciudadanos; 2) otra de nivel pragmático-utilitario: las PAM, desde sus núcleos familiares, son influyentes importantes en las decisiones de otras generaciones, algo que repercute en el consumo de medios.